Publicaciones y prólogos

LA DORNA Y LOS QUE VIVEN DE ELLA

Grabados de Conde Corbal

Prólogo: Xaquín Lorenzo “Xocas”

DESPUÉS DE CUARENTA AÑOS, este artículo que Xaquín Lorenzo, Xocas, había hecho para la revista Nós, en 1933, conserva todo el interés y la vigencia que tiene para mí el problema laboral de la dorna. Decía Xocas:

El momento es crítico: están desapareciendo muchas costumbres y embarcaciones típicas, en breve no será todo eso más que un recuerdo en la    memoria de los marineros, que en las aireadas mañanas de invierno les contarán a sus nietos sus cometidos a borde de aquellas naves, cuando   miraban a la muerte de frente durante tantas singladuras.   

La dorna xeiteira está llegando a su fin. Van desbancándolas los motores de explosión; su campo de acción se limita.

No hay que lamentar la pérdida si esto significa progreso, pero los testimonios populares deben ser estudiados cuidadosamente. Tengamos en cuenta que   ellos forzaron el alma audaz y valiente de nuestros marineros.

La dorna significa el paso el paso de la pesca familiar al cooperativismo; es propiedad de una familia y para tripularla hacen falta tres hombres y un chico. Si no son suficientes en la familia, los propietarios facilitan la embarcación para que otros los acompañen. Del producto de la pesca reciben tanto unos como los otros. El propietario no tiene otra ventaja que la de tripular la nave con la categoría de patrón.

Así es como la dorna suple la necesidad de pescar de los marineros pobres. Sin ella no podrían dedicarse a la pesca mar adentro y con relativa asiduidad.

La construcción de la dorna precisa carpinteros especialistas, en pequeños astilleros. Se usa madera de pino para casi toda ella, porque la quilla tiene que ser de roble.

Hay dornas de dos clases: una grande, la de tope o “xeiteira”, y otra menor, de tres o cuatro metros, llamada “dorna pulpera”de calima o tabla remontada, por emplearse especialmente en la pesca del pulpo.  

La vida incierta de los marineros de la dorna, siempre bogando por aguas traidoras, les confiere a estos hombres un espíritu generoso y un amplio concepto de la vida y de las pasiones.

El mar es para ellos cuna y tumba. En él transcurre su vida.

Del mismo modo que las piedras que el mar bate en las playas, estos hombres perdieron en su trato con el mar las aristas que acusan afligidos en muchos ámbitos de la vida campesina.

XAQUÍN LORENZO