El artista

Hubo muchos pretextos esgrimidos por Conde Corbal para erigir su obra, todos extraídos de fragmentos de la vida que podrían pasar desapercibidos para cualquiera, pero no para él, no para la mirada del artista que busca la esencia de las pequeñeces en esos cálidos momentos domésticos, en las charlas entre amigos, en el trabajo junto al mar, en una romería y en los regalos de la naturaleza que tanto apreciaba: árboles, flores, animales, incluso en un rincón de una piedra o en el deleite de un atardecer.

Cézanne confesaba que fijarse en las cosas pequeñas denota sabiduría y también mucha sensibilidad. «Pintar la realidad», decía, «no es copiar el objeto, sino representar sensaciones». Cada dibujo, grabado o pintura de Conde Corbal es un cúmulo de impresiones recogidas, que él recopilaba como si estuviera compilando la poesía de las antiguas canciones, en la misma liturgia que traspasa de padres a hijos los conocimientos de la identidad, el valor del patrimonio o las heridas y el dolor que ocasiona una guerra. El pintor, custodio de lo suyo, de lo nuestro, siempre recurrió a sus creaciones desde esa frágil memoria que necesita de cimientos para rehabilitarla, iluminándola con la luz, los colores y los trazos del dibujo.

La trayectoria de un artista se mide por las huellas que va dejando, y las de este pintor son muchas porque todos los motivos y géneros, ya sean retratos, paisajes, escenas cotidianas… podían servir como excusa para plasmar esas sensaciones tan cezannianas, ensalzando sobre un papel o una tela el amor que profesaba por Galicia.

Pero de Xosé Conde Corbal también quedan los generosos afectos de la amistad, tanto de él como de esa gran mujer que tuvo a su lado, Margarita. Hermosos recuerdos reflejados en una carpeta con ilustraciones de la flor por excelencia gallega, la camelia, elogiada por él junto a Álvaro Cunqueiro en una hermosa laudatio.

Hoy elogiamos a él, por todo lo que nos dejó y todo lo que aportó a la cultura de nuestra tierra.

MERCEDES ROZAS
Mercedes Rozas 

Mercedes Rozas
Historiadora de Arte, crítica y comisaria de Exposiciones.

En el Pazo Museo de Otero Pedrayo, 1986
Foto: Anna Turbau