Publicaciones y prólogos

PONTEVEDRA EN 50 DIBUJOS DE CONDE CORBAL

Prólogo: Xosé Fernando Figueira Valverde

PONTEVEDRA, que da nombre a la provincia es, ante todo, una “villa espiritual”, holgada mansión de reposo que aguza su sentido del arte en el canto coral y en la lectura, cata novedades, regusta “lembranzas” e impulsa iniciativas. Su nombre, su blasón, en el santuario de la Virgen Peregrina, Patrona del Jubileo compostelano, los epígrafes de Santo Domingo, todo habla aquí de la vieja urbe itineraria, nudo de caminos en mar y tierra. A lo lejos se levanta, como un estandarte renacentista, la fachada de Santa María, fruto de sus desposorios con el Atlántico. Recorriendo las nueve plazas y las rúas asoportaladas de su “zona monumental”, daréis en el Museo: que tiene empaque de pazo e intimidad de hogar, que recoge lo propio y acerca lo ajeno y lo lejano, que dice de una voluntad de cultivo espiritual.

Para hacer el elogio de Pontevedra no es menester apelar a mitologías y a lista de hijos famosos. Cifran su historia aquellos emisarios que en 1386 parlamentaron Messire Thomas Moreaux, como una ciudad hanseánita, como en una “república del mar”. Iban andrajosos, descalzos…”mais bien savoient parler” -dice Froisssart. Para guiar por los alegres senderos de Galicia, desde este hogar de caminantes que es Pontevedra, escogería a aquel eruditísimo divagador, intuitivo benedicino que fue Fray Martín Sarmiento, que la amó como nadie.

Sarmiento y Feijó estudiaron Artes en el Monasterio de Lérez, donde ahora festejamos a San Benitiño, en su fiesta de Julio, patrón de Europa y nuestro, estrenando y recordando “cantigas”. Él podría glosar cada una de estas hojas que el lápiz prestísimo de Conde Corbal ha sabido sorprender tantos motivos de nuestro patrimonio de arte y de nuestra vida tradicional. Que gran compañero para enseñarnos a querer lo nuestro y para hacer nuestros a los que llegan, con la ofrenda de cuanto pueda atraerlos y para hacer perdurable en ellos la memoria de esta tierras donde es fácil arraigar y de estas gentes de espíritu abierto al que llega: “Pontevedra es para quedarse, amigos”.

 

XOSÉ FERNANDO FILGUEIRA VALVERDE